Transcribimos la publicación de La República:
(http://www.larepublica.ec/blog/cultura/2015/10/27/asdrubal-de-la-torre-seria-un-error-tremendo-que-el-caricaturista-haga-informacion/)
Asdrúbal: “Sería un error tremendo que el caricaturista haga información”
Quito.- Ochenta y ocho años de edad y sesenta y cuatro de caricaturista, Asdrúbal de la Torre
trazó con su lápiz personajes y hechos políticos de los últimos
veintisiete gobiernos del país. En 1951, mientras cursaba sus estudios
de medicina en la Universidad Central del Ecuador, Asdrúbal debutó como caricaturista deportivo en el diario El Sol.
Desde 1952, por veinticuatro años, ilustró a diario el editorial
gráfico del periódico El Comercio y colaboró también en la ya
desaparecida revista de humor político, “La Bunga”.
Fue, además, director del Centro Internacional de Estudios Superiores de
Comunicación para América Latina (CIESPAL) y presidente de la Unión
Nacional de Periodistas. Hasta la disolución de la empresa editora Edimpres en agosto del 2014, publicó sus caricaturas en el diario Hoy.
La carrera profesional de Asdrúbal de la Torre
también presenta episodios políticos. Fue Ministro de Salud en la Junta
Militar de Gobierno y en la administración de Fabián Alarcón,
Vicealcalde y Concejal Municipal de Quito por tres ocasiones.
Hoy, frente a la coyuntura que envuelve el ejercicio de la comunicación y el periodismo, Asdrúbal reflexiona sobre el carácter humorístico de la caricatura y el marco legal en el que está circunscrita.
– La caricatura política,
¿constituye opinión o información? De eso depende mucho el régimen
jurídico que se le aplicaría, ¿cuál sería su opinión?
– Es solamente opinión, los
caricaturistas trabajamos a través de la información que recibimos de
los medios de comunicación de modo que sería un error tremendo que el
caricaturista haga información. El caricaturista es un comentarista de
los temas, normalmente, del día. Y, practicamente es un proceso
histórico, gráfico de la vida del país, de uno de los hechos más
destacados de cada día. De modo que un caricaturista no puede hacer
información.
-¿De qué manera la investigación de los hechos y los datos hablan a través del humor?
– Hay dos fórmulas de humor: el humor
puro y el humor de prensa. Hay caricaturistas que tienen esa dualidad,
ese humor libre. El caricaturista político sí está sujeto a la
información necesariamente. Yo he tenido la sensación siempre que el
lector reclama la información del momento. No le interesa mucho que el
caricaturista tope los temas sociales, sino que tope lo que está
sucediendo dentro del país, en la parte política.
– En el ámbito de la comunicación, ¿qué es lo que la caricatura ofrece al público que otros medios humorísticos no lo hacen?
– Es que tiene el componente de la
exageración, de la broma… Eso definitivamente es atractivo… Hay hormonas
que trabajan dentro del organismo humano que provocan inmediatamente
una actitud de mejor respiración y actividad, y eso es benéfico.
Entonces, usted se siente diferente cuando ve una caricatura.
– ¿A qué se debe que en la
situación actual, con la Ley de Comunicación, se haya sancionado a un
caricaturista por expresar su opinión a través de sus dibujos?
– Bueno, yo tengo una experiencia de 27
gobiernos en mi acción de caricatura. Yo comencé en el año ’51, de modo
que son 64 años de caricaturista, hasta el momento que se cerró el
diario Hoy y nos dejó fuera de la posibilidad de opinar. En el
trasncurso de todo este tiempo yo me he dado cuenta de que los gobiernos
autoritarios, los que concentran poder, se molestan con la caricatura;
cosa que no sucede con los gobiernos democráticos. Yo le puedo citar el
nombre de varios presidentes que no se molestaban porque consideraban
que era una fórmula de expresar una crítica de los errores que cometía
el gobierno, simplemente una opinión dentro de los procesos. Yo
considero que esa es una de las razones por las que tuvimos en problema a
Bonil, es un problema fabricado. Si usted revisa detenidamente no creo
que se debió haber despertado una reacción de esa naturaleza. Ahora,
claro, eso es un boomerang. Es contraproducente porque eso le proyectó a
Bonil -que además se lo merece porque es un gran caricaturista- a un
ambiente internacional.
-Hemos hablado un poco del
panorama que se ha gestado actualmente con la Ley Orgánica de
Comunicación, ¿cómo cree usted que afecta esto a la relación entre
caricaturistas y medios de comunicación?
– De alguna manera, sí afecta. No creo
que haya una autocensura del caricaturista, pero de todas forma no puede
[el gobierno] ponerle en circunstancias tan díficiles al medio en el
que está trabajando. Digamos por ejemplo, el caso de Bonil, no ha
ocurrido solo una vez, sino que son algunas amenzas y sanciones. A él le
sancionan moralmente, pero el periódico tiene una sanción económica.
Entonces sí hay una responsabilidad para el caricaturista, pero no creo
que eso lleve realmente a abstenerse de expresarse en su totalidad.
– La abstensión de comunicar ha
alcanzado a otros medios, como los digitales y televisivos, con mayor
fuerza. ¿Por qué cree que esto no ha sucedido con el gremio de los
caricaturistas?
– Bueno ha habido y hay represión muy
fuerte este momento por este organismo creado para regular la
comunicación -que no regula, sino sanciona la comunicación-. Ha creado
ese ambiente de preocupación, yo no diría de miedo, ha implicado la
revisión o un análisis un poco más de lo que se dice y se hace. Ahora
dentro de esto sí es importante la responsabilidad del
caricaricaturista. Estoy un poco en contradicción con algunos de los
caricaturistas que consideran que hay una libertad total para la
caricatura, que no debe haber ningún tipo de inhibiciones. Yo no estoy
de acuerdo con eso porque considero que la opinión tiene un límite,
tiene un lugar donde está la ética y de ahí no podemos pasar. Entonces,
puedo expresar mi opinión pero no puedo hacer un juicio de valor. El
caricaturista dispone de un arma que no tienen el resto de
editorialistas: el dejar en libertad de interpretación a las personas
que observan la caricatura. Usted observa el dibujo y de la experiencia
que se tiene y de la creación de personajes, deja espacios de análisis
para el resto que no hacen falta que usted mismo les explique.
– Y, ese límite del que usted habla, ¿se refiere en cuanto a la forma, a cómo se realiza la caricatura?
– Los caricaturistas tenemos una serie de
posibilidades dentro de la caricatura. Tenemos prácticamente la misma
acción que el editorialista dentro del periódico: damos una opinión. La
diferencia es que el editorialista se expande en su opinión buscando una
serie de elementos o de procesos que se han producido dentro de esos
días. Nosotros hacemos al revés. Concentramos todo en una especie de
embudo para tener una idea más simple, para tener una idea que llegue a
todo el mundo. Yo siempre he pensado que, o trataba cuando estaba en un
medio de comunicación, de que mi caricatura llegue a todos los estratos
sociales. Y por lo mismo, usted tiene que liberarse de una serie de
acciones que detemrinen una incomprensión de la caricatura. Todos los
días deja esta posibilidad de un análisis libre que se puede interpretar
de diferente manera. Yo hasta ahora no he visto a dos personas que,
enseñándoles la misma caricatura, interpreten exactamente igual.
-¿Cuáles eran esos temas, que en el ejercicio de su caricatura, para usted estaban más allá del límite?
– Bueno, yo he tenido ciertas
restricciones, reconozco. Por ejemplo un absoluto respeto al niño, el
binomio madre-niño para mi ha sido un poco sagrado. Nunca lo he
utilizado dentro de la caricatura. Yo soy un hombre que tiene sus
creencias, soy católico, pero respeto a las otras religiones. De modo
que es un respeto al ser humano, que es lo lógico. No he hecho nunca
caricaturas sobre el tema religioso y dentro de eso un poco también las
instituciones que tienen valor dentro de nuestra sociedad: Fuerzas
Armadas, todo eso… Eso no quiere decir que no se haga caricaturas de
miembros de las Fuerzas Armadas o caricaturas de religiosos. Esa sería
la diferencia, respetar la institución, pero los personajes no tenemos
por qué.
– Hablamos de los límites éticos
que perfilan su trabajo, pero en cuanto a lo moral, ¿debería tener la
sátira límites morales? Y de ser así, ¿quién debería hacerlos exigibles?
– Claro que los tiene, necesariamente. La
sátira es verdaderamente peligrosa porque todo ser humano tiene una
reacción frente a la sátira, tiene miedo de la sátira. Entonces usted
tiene que manejarla con mucho tino. No puede utilizar libremente. Tiene
un alcance político, una opinión política que corresponde normalmente a
procesos democráticos que hemos respetado.
– Y en un contexto socio-político, ¿qué enseñanzas ofrece una caricatura?
– La caricatura es una denuncia de lo que
está sucediendo. El gobernante debería agradecer en lugar de enojarse.
No solo están denunciando las acciones del presidente, eso sería
absurdo. Están denunciando acciones de su gente, de las personas con las
que trabaja, de las personas que confía. Entonces, es mas bien una
ayuda dentro de ese proceso. Por lo menos yo lo veo así.
– La risa se entiende como una forma de consentimiento, ¿las personas deben tener cuidado de qué se ríen y con quiénes se ríen?
– No. La risa tiene que ser espontánea, simple y libre.
– De toda su obra de caricaturas, ¿hay alguna que le haya parecido su mejor caricatura?
– No. Ninguna. Cada día uno se esfuerza
por hacer la mejor caricatura, de modo que la mejor caricatura es la que
hago en el día. Y no solo eso, la caricatura es muy efímera, está muy
ligada al acontecer diario. De modo que yo me he resistido a hacer una
recopilación de caricaturas porque es muy momentánea. Entonces, esos
libros de recopilación usted los ve y no entiende la caricatura. Tiene
que vivir el momento para comprender la caricatura. Jorge Enrique Adoum
estaba empeñado en hacer una antología de mi caricatura y eso quedó
truncado cuando se murió Jorge…
– Y ahora, ¿usted ya no está dibujando?
– Pintando. Es una pintura que va entre lo serio y la caricatura. Vamos a ver, quiero hacer algún rato una exposición.
– ¿Cómo vivió usted el cierre del diario Hoy?
– Fue una cosa tan sorpresiva. Mire ya
veníamos nosotros sintiendo el problema económico, simplemente porque
todos los medios de comunicación viven de la publicidad. No hay otra
forma de ingreso. Nadie es altruista para darle dinero a un medio de
comunicación. De modo que la publicidad es la clave. Entonces, comenzó a
menguar esta publicidad que inclusive era privada… La publicidad del
gobierno nunca la esperamos, desde luego. Entonces llegó un momento en
que las cosas estaban tan estrechas que un pequeño grupo, pues, ya no
reclamabamos remuneración varios meses, esperando que algún día
pudieramos tenerla o sino, no pasaba nada. Estabamos esforzándonos en
mantener un proceso democrático a través de un periódico. Repentinamente
ya no pudimos un día entrar al periódico porque la Superintendencia de
Compañías cortó violentamente y ahí quedó todo. Fíjese usted que los
originales de mis caricaturas, yo las dejaba en el periódico y ahí hay
un archivo de veintitanto de años. Hable usted de 10 mil caricaturas-que
quedaron ahí. No se sabe absolutamente nada de eso. No sabemos si van a
vender, a destruir, nada… No fue nada grato. Fue muy violento, muy
apresurado.
– ¿A usted le gustaría recuperar los originales de sus caricaturas?
– Debería recuperar la dirección del
periódico porque yo vendía mis originales. Claro, el comprador que es el
dueño del periódico o la empresa del periódico son los dueños de las
caricaturas. Entiendo que estarán haciendo algún tipo de reclamo porque
es un número bastante grande y un esfuerzo diario de hacer una
caricatura.
– ¿Cómo preparaba usted una caricatura? ¿Cómo es el proceso personal detrás de la caricatura?
– El proceso es igual que el
editorialista. Ya el humor es una cosa muy interna. Tiene que estar bien
informado. Normalmente a las seis de la mañana ya estoy escuchando
radio. Hay estaciones internacionales como Radio Francia Internacional,
CNN, etc. Entonces uno ya tiene información de todo lo que está suciendo
a nivel mundial. Luego, la información local, bueno los medios locales.
Veo poco la televisión. En resumen, a las nueve de la mañana yo estoy
debidamente informado y en capacidad ya de ponerme a pensar e
interpretar la caricatura. Ahora a las nueve de la mañana estoy
informado, pero para nada…
– ¿Qué futuro prevé usted para la caricatura frente a los avances del mundo digital?
– Está pasando casi todo al mundo digital, pero la comunicación escrita no va a desaparecer.
– ¿La caricatura se podrá adaptar al mundo digital?
– Sí está adaptándose. Lo que sucede
ahora es que es un poco difícil ir ganando espacio dentro sel mundo
digital. Es tan libre, todo el mundo puede ingresar, cosa que no sucede
en el medio escrito, donde hay una especie de selección del periodista.
No puede cualquier persona ingresar y hacer caricatura. En todo caso,
inclusive hay días que hago alguna caricatura y le pongo en mi cuenta de
Internet, ¿que tendré? ¿50 seguidores?, ja.
_______________________________Por Thalia Noboa Lamar